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con graves violaciones a los derechos humanos

Conmemoración de la masacre indígena de 1932

Inmaterial
Inmaterial
Tema: Genocidio y/o crímenes masivos

Dirección

El Llanito

País

El Salvador

Ciudad

Izalco

Continente

América

Tema: Genocidio y/o crímenes masivos

Objeto de memoria

Conmemorar a las víctimas de la matanza perpetrada en enero de 1932 en represalia por los levantamientos indígenas del 22 de enero de ese año.


Nombre conocido

Conmemoración de la masacre indígena de 1932

Fecha de creación / identificación / declaración

2005

Acceso al público

Libre


Descripción del lugar

Cada 22 de enero, la comunidad indígena recuerda en el lugar conocido como “El Llanito”, ubicado en la ciudad salvadoreña de Izalco, la matanza de miles de personas ocurrida en 1932. Se lleva a cabo una peregrinación, foros, eventos culturales, una ceremonia ancestral de purificación, lectura de testimonios, un saludo a los cuatro puntos cardinales y se dejan ofrendas florales en el sitio donde se encuentran enterradas víctimas. En el lugar se ha erigido un memorial conformado por una placa y una gruta que recuerda la masacre de 1932.

En El Salvador, el 2 de diciembre de 1931, un golpe de Estado perpetrado por los militares encabezados por el general Maximiliano Hernández Martínez derrocó el gobierno constitucional de Arturo Araujo.

El Salvador era entonces una nación agrícola con una población mayoritariamente rural y pobre. La zona occidental del país se distinguía por una marcada presencia indígena y por el cultivo casi exclusivo de café. Una de las consecuencias de la crisis internacional de 1929 fue el derrumbe de los precios de los productos de exportación salvadoreños, entre ellos el del café, principal medio de subsistencia de las ya de por sí empobrecidas poblaciones indígenas.

Los comicios municipales y legislativos de enero de 1932 fueron señalados por fraude, al punto que la directiva del Partido Comunista optó por la vía del levantamiento. Antes de la insurrección, fueron capturados varios dirigentes comunistas. El 22 de enero de 1932, luego de algunos levantamientos, miles de campesinos de la zona occidental se alzaron en rebelión dirigiendo sus ataques a los puntos donde se ubicaba el poder local: las oficinas municipales y las casas de la elite. Durante tres días ocuparon algunas poblaciones hasta que el ejército, superior en número y en armamento, logró reagruparse y suprimir la rebelión. Hasta ese momento, los insurrectos habían matado entre cincuenta y cien personas.

Durante las siguientes dos semanas, como represalia, los militares sometieron a las zonas rurales del occidente con ametrallamientos, fusilamientos, colgamientos y posteriores entierros en fosas comunes. Se estima que entre 10.000 y 30.000 personas, en su mayoría civiles que no habían tenido participación directa en los levantamientos, fueron víctimas de esta masacre.

En Izalco se produjo una matanza que diezmó a la población indígena local, motivo por el cual es considerado un etnocidio. Sus restos fueron enterrados en una fosa común situada en las ruinas de la iglesia de la Asunción, lugar que también es conocido como “El Llanito”.

La masacre perpetrada en 1932 contribuyó a consolidar el poder de los militares en El Salvador, que impidieron un debate libre y público sobre los acontecimientos. Hasta comienzos de la década de 1990, la cantidad de escritos sobre 1932 era sesgada y reducida. A partir de 1990, con el final de la Guerra Fría y de la guerra civil en El Salvador, salieron a luz nuevas fuentes, tanto documentos oficiales como testimonios orales. El eje del debate se centra en si el levantamiento campesino que dio origen a la matanza se trataba de un levantamiento comunista (“causalidad comunista”) o si se trató de un etnocidio, es decir, una matanza de un grupo específico (indígena y pobre) con el objetivo de su eliminación. El Gobierno, el Ejército y los partidos conservadores afirmaron haber destruido el comunismo en 1932. Mientras tanto, los movimientos guerrilleros dijeron que había comenzado ese año un gran movimiento social-comunista.

La memoria de la masacre de 1932 estuvo en disputa durante décadas entre diferentes actores. Por un lado, el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), organización político-militar comunista creada en 1970 en homenaje al dirigente comunista Agustín Farabundo Martí, arrestado previamente a la masacre y ejecutado en los días posteriores. Por el otro, la Alianza Republicana Nacionalista, partido salvadoreño conservador que lanzó campañas políticas desde Izalco a partir de 1980 reivindicando la masacre como símbolo de la lucha contra el comunismo. La comunidad indígena recordó hasta el año 2005 a las víctimas a través de ceremonias familiares.

En enero de 2005, Izalco fue testigo de dos conmemoraciones distintas del 73° aniversario de la matanza. Una, organizada por el FMLN y orientada a recordar los acontecimientos de manera consistente con su interpretación tradicional de las masas pobres que luchaban por alcanzar una vida mejor. La otra, a cargo de un grupo de activistas indígenas, reivindicaba el recuerdo de una masacre contra los pueblos indígenas de El Salvador.

Desde entonces, las celebraciones en El Llanito son públicas, con peregrinaciones, actividades culturales, foros y ritos tradicionales, y la participación de la comunidad indígena, autoridades políticas y actores sociales. El Llanito fue reconocido como bien cultural nacional en 2012 por ser testigo de la masacre de los pueblos originarios y lugar donde se realizan manifestaciones culturales.

La masacre de 1932 es rememorada en todo el país. En el Monumento a la Memoria y la Verdad inaugurado en 2003 en San Salvador se encuentra un mural que recuerda esos acontecimientos como modo de homenajear a sus víctimas. Asimismo, el Museo de la Palabra y la Imagen de San Salvador cuenta con una exposición permanente que explica los hechos de 1932 desde una perspectiva étnica.

Organización a cargo - Organización referente

Alcaldía del Común en Izalco