Mapa Interactivo Lugares de memoria relacionados
con graves violaciones a los derechos humanos

El ojo que llora

Monumento
Monumento
Tema: Conflictos armados

Dirección

Campo de Marte

País

Perú

Ciudad

Lima

Continente

América

Tema: Conflictos armados

Objeto de memoria

La escultura honra y preserva la memoria de las víctimas del conflicto armado interno que sufrió Perú entre los años 1980 y 2000.


Nombre o denominación institucional

El ojo que llora

Fecha de creación / identificación / declaración

2005

Acceso al público

Libre


Descripción del lugar

El ojo que llora es una escultura conmemorativa que se encuentra en el espacio memorial Alameda de la Memoria en la ciudad de Lima.  Es la obra central de este sitio, que cuenta con otros espacios que relatan el período de la guerra interna en el Perú. Está situada en el centro de un monumento cuya estructura total es de mil quinientos metros cuadrados y consiste en un monolito de granito de aproximadamente un metro de altura del que brotan continuamente gotas que van a dar al pozo de agua que lo rodea. Alrededor de este núcleo, dispuestos a modo de laberinto, hay once círculos de piedras (cantos rodados). Cada piedra lleva inscrito el nombre, la edad y el año de muerte o desaparición de la víctima. El camino laberíntico permite al visitante pasar junto a cada uno de los cantos rodados.

 

La transición democrática en Perú se comenzó a consolidar a partir de la Constitución de 1979, que anuló todas las restricciones que tenía el derecho a voto. El presidente de la Asamblea Constituyente Víctor Raúl Haya de la Torre firmó la nueva Constitución, que representaba un punto de inflexión frente a los gobiernos militares implantados desde 1968.

Sin embargo, a principios de 1980 se inició el período conocido como la guerra interna, que se extendió durante veinte años. El Partido Comunista del Perú – Sendero Luminoso (PCP-SL) se constituyó en uno de los numerosos grupos de la izquierda radical peruana que proclamaba la necesidad de la lucha armada para conquistar el poder. A éste se le sumó en 1982, el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA). Los diferentes gobiernos respondieron de forma fundamentalmente militar a los levantamientos populares, lo que terminó por agravar el conflicto.

La Comisión de la Verdad y Reconciliación, en su Informe Final (2003), dio a conocer el número de víctimas de la violencia política que tuvo lugar entre los años 1980 y 2000. Se estima que alrededor de 70.000 personas fueron víctimas de la violencia (específicamente muertos y desaparecidos) durante todo el período. Se menciona también un número de huérfanos superior a 40.000 y unos 600.000 habitantes desplazados de sus territorios a consecuencia de la guerra interna que impactó sobre todo en los departamentos de Ayacucho, Apurímac, Junín, Huancavélica y San Martín.

El ojo que llora fue inaugurado el 28 de agosto de 2005, a partir de los esfuerzos de diversas instituciones de la sociedad civil y de la Municipalidad de Jesús María (distrito de Lima), que aceptó implementar la propuesta en el Campo de Marte. El monumento fue construido para recordar a las víctimas del conflicto armado interno que sufrió Perú entre los años 1980 y 2000. El ojo que llora forma parte de un proyecto más grande, denominado La Alameda de la Memoria, que incorpora más áreas verdes y en donde se tiene previsto desarrollar lomas y plantar nuevos árboles. El espacio cuenta con un centro de visitantes y un museo, en donde se expone la muestra fotográfica YuyanapaqPara recordar, que sirvió de inspiración a la escultora Lika Mutal para diseñar El ojo que llora. La muestra fotográfica está situada en una galería subterránea que se conecta con el centro de visitantes, en donde se alojó el “Quipu de la memoria”. El gran Quipu de la memoria, elaborado en 2005 en diversas ciudades y comunidades de Perú, incluye un total de 300.000 nudos, 69.280 de los cuales representan a las víctimas de la violencia política consignados por la Comisión de la Verdad y Reconciliación. El proyecto fue pensado como un documento-
monumento que recrea el sistema comunicativo de los incas. Está destinado a complementar visualmente el extenso discurso del Informe Final y a plasmar el tema de la memoria de los caídos en el imaginario colectivo.
En 2006, el monumento fue objeto de una polémica cuando se descubrieron los nombres senderistas asesinados en el penal Castro Castro en 1992. A pesar de las críticas y los actos de vandalismo que ha sufrido en múltiples ocasiones, El Ojo que Llora es un referente de los procesos
de memorialización que ha emprendido la sociedad peruana. La escultura ha inspirado a víctimas de otras partes del país para realizar sus propios monumentos. Por ejemplo, en Toraya, una de las comunidades de Apurímac más castigadas por el conflicto interno, se inauguró en 2016 El Ojo que Llora de Llinque. En 2013, el monumento fue declarado patrimonio cultural de Perú.