Marcha de los miércoles de las madres de los desaparecidos en Argelia
Inmaterial
Tema: Persecución política
Dirección
Plaza Addis Abeba
País
Argelia
Ciudad
Argel
Continente
África
Tema: Persecución política
Objeto de memoria
Conocer la verdad sobre lo sucedido y el destino de las personas desaparecidas, y rememorar a las víctimas de la guerra civil en Argelia en la década de 1990.
Nombre conocido
Marcha de los miércoles de las madres de los desaparecidos en Argelia
Fecha de creación / identificación / declaración
1998
Acceso al público
Libre

Descripción del lugar
Desde agosto de 1998, madres y familiares de personas desaparecidas durante la guerra civil (1991-2002) se reúnen en Argel frente al Consejo Asesor para la Promoción y Protección de los Derechos Humanos y en otros puntos de referencia. Se manifiestan pacíficamente buscando visibilizar el reclamo de verdad y justicia sobre los casos de desaparición forzada cometidos por el Estado argelino, y sensibilizar la opinión pública sobre las graves violaciones de los derechos humanos.
Tras casi diez años de guerra por la independencia del dominio francés, en septiembre de 1962 se celebraron en Argelia las primeras elecciones generales y se creó la República Argelina Democrática y Popular que fue gobernada por el Frente de Liberación Nacional (FNL) en un régimen de partido único durante más de 20 años.
Fracturas internas, fracasadas reformas agrarias y políticas fallidas en su intento de modernización del Estado, entre otras circunstancias, culminaron en protestas masivas contra la “corrupción burocrática” que fueron duramente reprimidas por el ejército. Ante esta situación y bajo una estrategia de “democratización negociada” se aprobó la Ley de Asociaciones (1989) que permitió la formación de partidos como el Frente Islámico de Salvación (FIS). Este partido logró una sorprendente victoria en las elecciones municipales de 1991 y en las siguientes legislativas. Sin embargo, fue proscripto por el gobierno del FNL antes de asumir, lo que desencadenó una nueva ola de protestas que se agudizaron cuando los líderes encarcelados del FIS comenzaron las negociaciones con el Gobierno para su liberación. Esto dividió la guerra en tres bandos: el Grupo Islámico Armado –opuesto al FIS–, el Ejército Islámico de Salvación –leal al FIS–, y el Gobierno.
A pesar de su organización y conocimiento del terreno, los grupos armados fueron duramente castigados por el Ejército Nacional que también atacó a la población civil acusada de colaborar con los insurgentes. La feroz represión contra los barrios islamistas, en la que murieron cientos de civiles, fue sostenida por la gendarmería y sobre todo por “milicias patrióticas” formadas por civiles armados y pagados. Frente a la militarización de la sociedad civil, los grupos armados respondieron con ataques más violentos. Desde entonces hubo más de 120.000 muertes, más de 7.000 desapariciones, pueblos enteros abandonados y decenas de miles de desplazamientos.
Entre 1994 y 1998, el Observatorio Nacional para los Derechos Humanos (actual Comisión Nacional Consultiva de Promoción y Protección de los Derechos Humanos, el organismo público nacional responsable de la promoción y protección de los derechos humanos en Argelia) recibió denuncias de cientos de casos de desaparición forzada cometidos por el Estado. El organismo transfirió estos casos a las Fuerzas de Seguridad alegando el procedimiento conocido como “localización del lugar de posible detención”, y ellas respondieron que, en tanto encargadas de hacer cumplir la ley, negaban la responsabilidad en los casos de desaparición.
El Observatorio no opuso objeción ante el argumento de las Fuerzas de Seguridad, lo que fue interpretado por los familiares como una negativa a realizar investigaciones efectivas. Esto no los detuvo en su búsqueda por la verdad, y lograron que los organismos internacionales dirigieran la mirada hacia sus pedidos de justicia. Sin embargo, y a pesar de las recomendaciones realizadas en 1998 por el Comité de Derechos Humanos de Naciones Unidas, la lista de personas desaparecidas no fue publicada y no se conocen detenciones.
Así, en mayo de 1998 nació en París el Collectif des Familles de Disparu(e)s en Algérie (Colectivo de Familia de Desaparecidos/as en Argelia-CFDA) bajo el impulso de un grupo de madres de desaparecidos, entre ellas Nassera Dutour, hoy portavoz de la asociación cuyo objetivo principal es defender el derecho a la verdad y la justicia de las familias de los desaparecidos. En agosto de ese año realizaron su primera reunión frente al Observatorio Nacional de Derechos Humanos en Argel, que se convirtió en un evento semanal.
Desde su inicio, el colectivo ha organizado giras por Europa para promover la conciencia sobre el alcance de las violaciones de los derechos humanos en Argelia. En 2001, CFDA abrió su sucursal en Argel, la asociación SOS Disparues (SOS Desaparecidos), con el objetivo de reunir a los familiares de las víctimas, estructurar el movimiento de las madres en Argelia y ofrecer asistencia técnica para el inicio de los pasos administrativos y judiciales para sus reclamos. El movimiento se fue extendiendo a otras ciudades de Argelia, como Orán y Constantina, y llevó a cabo diferentes campañas de sensibilización. SOS Disparues se convirtió en un centro de gestión de registros de víctimas de desapariciones forzadas. Los archivos y todos los documentos recopilados se envían y centralizan en la sede de París para mantenerlos en un lugar seguro, ya que la asociación no ha sido aprobada legalmente por la sistemática negativa del Gobierno argelino de darle personería jurídica.
En septiembre de 2006, mediante referéndum, se adoptó la Carta para la Paz y la Reconciliación Nacional, acompañada de cuatro leyes de implementación que prohibían el enjuiciamiento de las Fuerzas de Seguridad argelinas; castigaban –con prisión o multas– a quienes promovieran las heridas de la tragedia nacional y permitía a los familiares reclamar una compensación financiera a cambio del establecimiento de un juicio de muerte de los desaparecidos. Estas iniciativas no han impedido que las madres continúen marchando pacíficamente todos los miércoles exigiendo la verdad sobre lo sucedido a sus hijos e hijas.



