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con graves violaciones a los derechos humanos

Memorial Saartjie Baartman

Sitio
Sitio
Tema: Esclavitud
Tema: Violencia contra las mujeres, diversidades sexuales y/o por razones de género

Dirección

Ruta R330 a la altura de Phillipsville

País

Sudáfrica

Ciudad

Hankey

Continente

África

Tema: Esclavitud
Tema: Violencia contra las mujeres, diversidades sexuales y/o por razones de género

Objeto de memoria

Conmemorar la vida y figura de Sara Baartman, cuya historia, recorrido y legado la convierten en símbolo de las víctimas de la esclavitud, discriminación racial y opresión basada en razones de género en Sudáfrica.


Fecha de creación / identificación / declaración

2002

Acceso al público

Libre


Descripción del lugar

La tumba de Sara Baartman se encuentra en las afueras de Hankey, en el valle del río Gamtoos, considerado su lugar de nacimiento. La tumba está cubierta de guijarros, algunos de ellos con trozos de papel con la imagen del rostro de Sara Baartman avalada por el gobierno sudafricano, y rodeada por una estructura de vallas metálicas. Fuera de la valla, una placa de bronce incrustada en una piedra y emplazada por el Departamento de Arte y Cultura y la Agencia de Recursos Patrimoniales de Sudáfrica menciona la importancia espiritual, cultural, social e histórica del sitio en tanto lugar de descanso final de los restos de Sara Baartman.

El sistema de explotación impuesto en la Colonia del Cabo (actual Sudáfrica) por la Compañía de las Indias Occidentales de los Países Bajos primero (1652-1806, con un breve interregno de ocupación británica entre 1795 y 1803) y por la corona británica luego (1806-1910) estuvo basado en un modelo de esclavitud y trabajo forzado. Poblaciones enteras de pueblos nativos y otras importadas de la India, las Indias Orientales y el África Occidental fueron sojuzgadas desde el comienzo de la colonia componiendo una sociedad esclavista, en tanto estructura en la que existen personas esclavizadas y otras libres pero sobre todo como una sociedad en la que la esclavitud es central para todos los aspectos económicos, sociales y legales. El Imperio Británico prohibió la importación y comercio de esclavos en el Cabo con el Acta de Comercio de Esclavos de 1807, aunque la práctica continuó en pie hasta la Ley de abolición de la esclavitud de 1833, que se completó con la emancipación total alcanzada el año siguiente.

El pueblo Khoi (llamado derogatoriamente “hotentotes” por los colonizadores neerlandeses) vivía en la zona del Cabo desde hacía al menos mil años antes del 6 de abril de 1652, día de la llegada de la primera expedición capitaneada por Jan van Riebeeck. Su desplazamiento y la ocupación de sus tierras fue el requisito para el establecimiento de la Colonia. Casi de inmediato, a esto siguió la imposición de un sistema de trabajo forzoso para estas poblaciones. Si bien un decreto oficial de 1654 prohibía la esclavitud de los habitantes originarios del Cabo, la violencia, abusos físicos y psicológicos, dependencia y ausencia casi total de derechos fueron la norma en el sistema de trabajos forzados impuesto a los Khoi.

Las personas coaccionadas en este sistema eran capturadas desde niños/as por grupos de colonos, reducidas a la servidumbre, sometidas a un esquema de deudas y dependencia financiera y permanentemente retenidas en la tierra de sus empleadores. A pesar que los Khoi no podían ser comprados y vendidos legalmente, lo eran a nivel práctico, e incluso eran sometidos a peores condiciones de vida que los esclavos propiamente dichos. En el contexto urbano de la Colonia, el pueblo Khoi ocupaba el último lugar de la escala social en términos demográficos, sociales y económicos, mientras que en las zonas rurales los castigos por desobediencia o incumplimiento de tareas rivalizaban con aquellos recibidos por las personas legalmente definidas como esclavos.

Aún cuando no estuvo así codificada de forma legal, en la práctica los esclavos de la Colonia del Cabo eran de piel negra y las personas libres eran de piel blanca. Los primeros no eran una clase autónoma, sino un subconjunto legalmente definido de la clase subordinada de la ciudad, que también incluía a los Khoi, los negros libertos y los “negros de premio” (como se llamaba a los esclavos de otros imperios aprehendidos junto a sus barcos en alta mar). 

Sara Baartman fue una mujer Khoi nacida cerca del actual pueblo de Hankey, en la zona rural de la Colonia del Cabo Neerlandesa a mediados de 1770. Su nombre y apellido dan cuenta de su estatus de servidumbre doméstica, comenzada desde niña en la granja Baartman’s Fonteyn. Alrededor de 1797 fue vendida al mercader Pieter Cesars y relocalizada en Ciudad de Cabo, donde desempeñó tareas domésticas hasta que Hendrik Cesars, hermano del mercader, comenzó a capitalizar la curiosidad de los europeos por los cuerpos de las mujeres Khoi exhibiendo a Baartman a cambio de dinero. Entre 1808 y 1809 Alexander Dunlop, médico de la Corona Británica por entonces en control del área, examinó a Baartman y discutió con Cesars la posibilidad de enviarla a Gran Bretaña para ser explotada como un espectáculo público. Los tres partieron el 7 de abril de 1810 hacia Londres, donde Baartman sería recibida como “negra libre”, dada la prohibición de la esclavitud que regía entonces en las islas británicas.

En los cinco años que transcurrió en Europa, Baartman fue exhibida primero por Dunlop y Cesars en Gran Bretaña como la “Venus Hotentote” y luego por un hombre llamado Henry Taylor en París, donde permanecía atada en confinamiento y falleció en condiciones denigrantes a fines de 1815. En el auge tanto de las especulaciones científicas sobre las etnias consideradas “primitivas” como de los espectáculos de rarezas basados en la curiosidad europea por los cuerpos de los “salvajes” de tierras lejanas, su cuerpo continuó siendo investigado como una curiosidad sexual luego de su muerte. George Couvier, entonces director del Museo de Historia Nacional, concluyó en su estudio publicado en 1817 en la Histoire naturelle des mammiferes -un volumen sobre los estudios de los mamíferos en el que Baartman era el único humano representado- que el cuerpo “hotentote” estaba más relacionado con los grandes simios que con la especie humana. Couvier también diseccionó su cadáver, removió su esqueleto y colocó su cerebro y genitales en formol tanto para su estudio como para su exhibición. El Museo del Hombre de París mostró sus restos de forma intermitente hasta 1985.

Debido a las atrocidades sufridas en vida y post-mortem, que han convertido a Sara Baartman en símbolo de la lucha contra el racismo, el colonialismo y la violencia de género en Sudáfrica y todo el continente, su imagen como la Venus Hotentote posee también un importante legado. La variada y duradera iconografía de su cuerpo como la “Venus Hotentote” reproducida por artistas y científicos europeos funcionó por siglos como un legado visual y simbólico que forma parte, de acuerdo a la socióloga Patricia Hills Collins, de “imágenes subyugantes de la mujer negra” en las que “las ideologías racistas y sexistas que impregnan la estructura social se convierten en hegemónicas, se consideran naturales, normales e inevitables. En este contexto, ciertas cualidades asumidas que se atribuyen a las mujeres negras se utilizan para justificar la opresión”.

Comenzando en 1994 con la constitución del nuevo orden político sudafricano tras el fin del apartheid, la Conferencia Nacional Griqua (CNG) que nuclea a los líderes de los actuales descendientes de los Khoi inició los reclamos formales al nuevo gobierno para repatriar los restos de Sara Baartman al país. Mansell Upham, líder la CNG, afirmó entonces que la vida y recorrido de Baartman simbolizaba “la difícil situación de los pueblos nativos, y una historia de deshumanización y tragedias que sufren las mujeres negras en las sociedades coloniales”. Para Upham, la petición de devolución de los restos de Baartman “apelaba a un pasado nativo compartido entre los sudafricanos de todas las razas en un intento de reclamar una herencia Khoi casi olvidada”.

El esqueleto de Baartman, junto a sus genitales y cerebro preservados en formol, permanecían en el archivo 33 del Museo del Hombre desde su fallecimiento en 1815. Tras ocho años de negociaciones con las autoridades francesas y luego de que así lo decidiera el Senado de ese país en votación, los restos de Baartman fueron repatriados a Sudáfrica el 3 de mayo de 2002 y enterrados en su villa natal de Hankey el 9 de agosto de ese año, Día Nacional de la Mujer. Este último evento fue muy publicitado oficialmente y televisado por los medios públicos para toda la población.

La ceremonia funeraria se realizó de acuerdo a las tradiciones Khoi: los restos fueron envueltos en un traje tradicional y purificados con hierbas a las que se les prendió fuego. Dos coronas de aloe adornaron el ataúd. En el cierre del acto, el entonces presidente sudafricano Thabo Mbeki pronunció un discurso destacando la figura de Baartman para el proceso de reunificación y construcción nacional luego del apartheid, y su importancia como símbolo de las inequidades económicas, raciales y de género en la historia del país. Mbeki llamó entonces a Baartman “la abuela de la nación”, afirmó que “su historia es la historia del pueblo africano” y designó al lugar como sitio de patrimonio nacional, proceso ratificado oficialmente en 2007. Otros investigadores han analizado cómo desde la repatriación de sus restos se inició un proceso que consolidó su rol icónico como ancestro, mártir y heroína en la mitología fundacional del período post-Apartheid en Sudáfrica. De esta forma, su repatriación, entierro y la creación de su memorial sirvieron para convertirla en un símbolo de sanación, unificación y restauro de la dignidad nacional antes que en uno perteneciente a sus descendientes Khoi.

La fecha y forma de su entierro no estuvieron exentos de discusiones, dado que los grupos Khoi que iniciaron el reclamo de repatriación sostuvieron que Baartman merecía un día propio antes que su inclusión en una narrativa más amplia, protesta luego descartada por el gobierno sudafricano. La construcción de la valla metálica alrededor de la tumba también es objetada por los grupos Khoi, dado que de acuerdo a sus creencias esto no permite la libertad de movimiento de su espíritu. En tanto tumba de un ancestro y sitio espiritual, el Grupo de Referencia Khoi (GRK) solicitó en 2006 que los visitantes deben acercarse observando el máximo respeto, y pidió añadir en el camino que lleva a la tumba textos que informen sobre la cultura Khoi y eliminar la valla metálica: el sitio en sí no debía sufrir ningún desarrollo ulterior. Dado que desde su construcción el memorial sufrió diversos episodios de vandalización debido a su abandono de parte de las autoridades, el GRK propuso comprar una parte de un terreno aledaño a la tumba para convertirlo en un centro cultural Khoi.

En agosto de 2010, a ocho años de la inauguración del memorial, el gobierno sudafricano anunció la construcción del Centro de Conmemoración Sara Baartman en un predio localizado a pocos metros del sitio de entierro. Por diversas demoras administrativas y presupuestarias, la obra comenzó en 2014, estimándose dos años para su construcción. En 2022 sus costos estimados habían escalado de 161 millones a 221 millones de rands y el Centro aún no había sido terminado.