Prácticas regenerativas y mediación comunitaria desde el arte
Por Francisco Paredes

En la actualidad, una gran parte de la producción artística ya no se propone dar testimonio del mundo o representarlo, sino más bien tensionar aspectos del propio sistema del arte y de la sociedad en que vive. En este contexto, surgen corrientes dentro del arte y que dan pie al activismo desde el hacer artístico.
¿Qué papel juega el arte frente al cambio climático? ¿Cómo se han transformado sus prácticas? ¿Qué ofrecen hoy las y los artistas?
La relación entre arte y naturaleza tiene una larga historia. Empezando con el arte rupestre y las cuevas de Altamira, atraviesa las expresiones de los pueblos originarios con sus vasijas de barro y pasa por las bellas artes y sus representaciones del paisaje hasta llegar a las expresiones del arte contemporáneo. Es en esta última etapa donde las y los artistas dejan de “representar al mundo” para ponerlo en tensión, cuestionar creencias y modelos imperantes promoviendo una mirada crítica y nuevas sensibilidades. Es en el arte contemporáneo donde se borran tanto los límites entre las disciplinas como entre los campos de práctica. Se abandona la hegemonía de los museos y las galerías y el arte se mete en las calles, en las comunidades, en la ciencia y en la política.
En este cruce entre arte y activismo surge el término ARtivismo con el que se señala un amplio abanico que abarca tanto la actividad de artistas como de activistas. Artistas que con sus proyectos colaboran con causas puntuales, tanto en manifestaciones en la vía pública como en comunidades, y activistas que toman prestados procedimientos artísticos para visibilizar sus reclamos. Un aprendizaje mutuo y continuo que va tomando nuevas formas cada día.
¿Hablamos de la estetización de la política y la politización del arte? Lo cierto es que llevar nuestro arte al terreno político implica atravesar contradicciones, convivir con ellas y repensar el límite de nuestras prácticas y creencias.
Arte y Territorio
Cada vez más artistas se interesan en desarrollar su práctica en diálogo con comunidades y territorios específicos desarrollando diferentes clases de proyectos. A grandes rasgos podríamos decir que hay dos tipos diferentes: las obras que señalan y problematizan dentro del campo del arte, es decir, quienes llevan esta temática a los circuitos de exhibición, alcanzando al público del arte, la crítica especializada y los mismos trabajadores del arte; y por otro lado, están las “prácticas situadas” en los territorios en conflicto, aquellas que acompañan codo a codo a activistas o que generan situaciones para visibilizar estas problemáticas por fuera del circuito tradicional del arte.
El activismo ambiental desde el arte, a su vez, va teniendo diferentes matices, que van desde lo meramente visual y disruptivo (como el uso de máscaras, muñecos o performances en manifestaciones en la vía pública) hasta proyectos volcados a lo pedagógico y participativo, es decir, al trabajo en comunidades. La cantidad de matices y posibilidades es inmensa. El límite entre arte, pedagogía, ciencia y trabajo social se borra para dar lugar a expresiones híbridas y mutantes que dialogan con realidades y posibilidades específicas.
A estas prácticas, situadas y relacionales, nos vamos a referir. Nos encontramos con talleres participativos que anclan en una o varias disciplinas y cuyo impacto está relacionado tanto con visibilizar problemáticas abriendo espacios de diálogo, reflexión y acción, como con restaurar el tejido social dentro de la comunidad, empoderando a la comunidad, su identidad y patrimonio.

La comunidad activa
Un ejemplo de esta tendencia es el que llevamos a cabo desde La Paternal Recicla, un programa de la Asociación Civil Espacio Paternal Arte y Cultural, que ha sabido nuclear a artistas, arquitectos, biólogos y vecinos con el propósito de promover la sensibilización ambiental a partir de la experiencia del reciclaje creativo. Iniciado en 2009 en Ciudad de Buenos Aires, luego de realizar talleres, organizar muestras e intervenciones en espacios ambientalistas, se diseñó una metodología llamada PAS : Programa de Activación Sustentable. Se trata de un conjunto de acciones interdisciplinarias basadas en los lenguajes artísticos y los oficios que promueve una cultura sostenible de respeto a la naturaleza, vinculando el desarrollo social y económico al cuidado del medio ambiente. Las bases del programa se centran en el trabajo en equipo, la integración, la equidad, el aprendizaje mutuo y la cooperación. A través de la educación para el desarrollo sostenible y la construcción de escenarios se facilitan condiciones necesarias para un nuevo tipo de participación social donde los vecinos son los protagonistas.
La Travesía del Sauce Criollo: Arte que cruza fronteras
Como parte del Programa de Activación Sustentable se invitó al artista Alejandro Propato quien desarrolló la escultura participativa La Travesía del Sauce Criollo. Este proyecto, que se propone remontar todo el río Paraná, toma como emblema al sauce criollo (Salix humboldtiana), un árbol que crece a la vera de los ríos y usa sus corrientes como medio para transportar sus semillas, atravesando paisajes y fronteras. Conocido en diferentes partes de América como sauce chileno, treique, vivirá pucú (guaraní) y huayao (del quechua wayaw), este árbol es un símbolo de adaptabilidad y resiliencia, capaz de prosperar en diversas regiones.
La propuesta se materializa en una escultura itinerante que representa el tronco y las ramas de un sauce, con un follaje compuesto por tiras de PET recicladas, aportadas por la comunidad. A través de este proceso de intercambio y construcción colectiva, se genera un espacio de concientización sobre el impacto que generan nuestros consumos de plástico en el ambiente.
Las intervenciones (o las visitas) comienzan con actividades de sensibilización en las cuales se ofrecen charlas a la comunidad educativa y barrios participantes, presentando el proyecto Sauce. El siguiente paso es el armado, que incluye la participación de voluntarios de escuelas técnicas y vecinos interesados en colaborar en el montaje de la escultura. Una vez instalado el Sauce Criollo, se llevan a cabo encuentros comunitarios “ A la sombra del Sauce” donde se comparte información sobre desarrollo regenerativo, separación de residuos, técnicas de reciclaje creativo y jornadas de plantación de especies nativas.
La llegada del Sauce implica generar alianzas con agentes locales para favorecer la implementación de programas y políticas públicas vinculadas con la reducción y control de botellas plásticas de un solo uso, como sucedió en Rosario, Argentina. También alentar la plantación de especies nativas en espacios públicos.

Conclusión
La presencia del arte en las filas de los reclamos sociales y ambientales responde a la virtud que tienen las prácticas artísticas actuales de crear proyectos capaces de despertar nuevas sensibilidades, nuevas formas de decir, de ver y de hacer. Frente a las lógicas extractivistas el arte ofrece no solo formas originales para visibilizar causas, sino también un abordaje regenerativo del campo social ofreciendo, en un mundo cada vez más fragmentado, espacios de encuentro y diálogo donde podamos volver a confiar en nuestras capacidades para seguir re-creando el mundo que nos toca habitar.
CRÉDITOS
- Franc Paredes. Artista, comunicador y gestor cultural. Docente en la Diplomatura en Humanidades Ambientales y Maestría en Artes Electrónicas (Universidad de Tres de Febrero). Co-fundador de la red de arte y ambiente Ambartlab y de las redes AVAA Artistas Visuales Autoconvocades Argentina y QUINCHO, que agrupan residencias de arte en Argentina. Realiza proyectos interdisciplinarios desde el arte en relación con prácticas comunitarias y políticas públicas, con un interés particular en el cambio climático. https://francparedes.com.ar/consultoriacreativa/