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Invitadas. Fragmentos sobre mujeres, ideología y artes plásticas en España (1833-1931)

Patrimonio artístico
Patrimonio artístico
Inmaterial
Tema: Violencia contra las mujeres, diversidades sexuales y/o por razones de género

Dirección

C. de Ruiz de Alarcón, 23

País

España

Ciudad

Madrid

Continente

Europa

Tema: Violencia contra las mujeres, diversidades sexuales y/o por razones de género

Objeto de memoria

Revisar el modo en que las artes visuales contribuyeron a construir un papel subordinado de la mujer a través de su representación y de su rol de creadoras por el sistema del arte español en el siglo XIX y principios del XX.


Acceso al público

Libre


Descripción del lugar

“Invitadas” fue la primera exposición temporal que el Museo del Prado realizó tras su reapertura luego de la pandemia de Covid-19. Con la curaduría de Carlos G. Navarro, conservador del Área de Pintura del siglo XIX, estuvo situada en las salas A y B del edificio Jerónimos. Estructurada en 17 secciones o fragmentos temáticos, la muestra recorrió una selección de más de 130 obras. Éstas procedían de la colección del Museo, de las colecciones reales de Patrimonio Nacional y de otras colecciones públicas y privadas. Gran parte de las obras seleccionadas participaron en exposiciones internacionales o fueron ganadoras de premios de las Exposiciones Nacionales creadas en 1853 con el objetivo de constituir una idea cohesiva de la nación española.

El surgimiento de la crítica de arte feminista desde la década del 1970, como parte de la segunda ola del feminismo histórico, dio paso a nuevas formas de concebir las prácticas curatoriales de instituciones públicas y privadas. Esta mirada crítica propuso una perspectiva de género que pone el acento en la relectura de la conformación de los campos artísticos, el cuestionamiento del canon con mayoría masculina, la asignación asimétrica de roles por género, diferencias notables de fortuna crítica y posibilidades de exhibición, y una puesta en tela de juicio a la forma de representación de la feminidad en las artes visuales.

A nivel internacional, algunas de las referentes pioneras de este movimiento surgieron en los Estados Unidos, como Linda Nochlin (autora del seminal artículo “¿Porqué no han existido grandes artistas mujeres?” en 1971), Griselda Pollock, Lucy Lippard o el colectivo anónimo Guerrilla Girls, entre muchas otras. Estas últimas particularmente llevaron a cabo acciones que cuestionaban las prácticas curatoriales de las instituciones museísticas en relación al lugar de las mujeres en las mismas.

En España, las primeras historiadoras, críticas y teorizadoras del arte que recogieron el testigo del movimiento a nivel mundial comenzaron a trabajar con este enfoque desde la década del 90’. Entre ellas se cuentan Rocío de la Villa, Marian Lopez Fernandez-Cao, Concha Lomba y Maite Méndez Baiges, si bien ninguna de ellas participó del armado o curaduría de Invitadas. Previo a esta muestra, otras exhibiciones fueron antecedentes importantes al reflexionar sobre la misoginia y la representación estereotipada de las mujeres en el siglo XIX, y/o sobre las artistas españolas del período o inclusive en las primeras décadas del siglo XX. Las exposiciones con este enfoque comenzaron a realizarse en España en la última década del siglo pasado: algunas de las más importantes fueron Fuera de orden. Mujeres de la vanguardia española (Fundación Mapfre, Madrid, 1997),​​ La imagen de la mujer en la plástica contemporánea española (Museo Pablo Serrano, 2003),​ María Blanchard (Museo Reina Sofía, Madrid, 2012), Pintoras en España 1859-1926. De María Luisa de la Riva a Maruja Mallo (Universidad de Zaragoza, 2014), Perversas y Fatales. La imagen de la mujer en el arte español 1885-1930 (Zaragoza, 2016), Sonia Delaunay. Arte, diseño y moda (Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid, 2017), Dibujos de Rosario Weiss (1814-1843) (Biblioteca Nacional, Madrid, 2018) y Perversidad (Museo Thyssen de Málaga, 2019).

El Museo del Prado, una de las instituciones patrimoniales públicas españolas más importantes y uno de los museos más significativos de Europa y del mundo en virtud de su historia y la vastedad de su colección, no había abordado hasta entonces las temáticas y el enfoque que guían la muestra Invitadas.

De acuerdo al propio Museo del Prado, Invitadas tuvo la intención de generar un conjunto de escenarios para reflexionar acerca de cómo en el sistema artístico decimonónico español las mujeres que aparecen son “pocas veces protagonistas por voluntad propia y rara vez están en los lugares que desean; sólo fueron invitadas incómodas en la escena artística de su tiempo”. El objetivo expreso fue reivindicar el papel de las mujeres y exponer la hostilidad con la que el campo artístico español de la época las trató como artistas y como sujetos temáticos de las obras. Las 17 secciones o fragmentos temáticos en los que consistió la exhibición se ordenaron en dos partes: una que ilustra el respaldo oficial recibido por aquellas imágenes de la mujer que se plegaban al ideal de su época, y otra se ocupó de aspectos centrales de las carreras de las mujeres artistas.

En la primera parte, algunas de las obras expuestas fueron La reina doña Juana la Loca, recluida en Tordesillas con su hija, la infanta doña Catalina (Francisco Pradilla y Ortiz, 1906), basada en el mito de la insania de la reina de acuerdo con los prejuicios sobre la mujer y su incapacidad para gobernar; María Hahn, esposa del pintor (Raimundo de Madrazo, 1901), retrato que pasa por alto la dimensión intelectual y espiritual de la mujer para poner el acento en una apariencia exterior sofisticada pero también anacrónica, deudora de los valores y estética del siglo XVIII en pleno movimiento sufragista femenino; Las tentaciones de San Antonio (Gabriel Borrás, 1901), escultura donde dichas tentaciones que el demonio ofrece al santo casto son los cuerpos desnudos de dos jóvenes que se ofrecen como objetos eróticos en poses lujuriosas; Falenas (Carlos Verger, 1920), referencia a las mujeres acompañantes nocturnas de las altas clases de la época, retratando a una de ellas con el acento en su mirada desencajada que simboliza la supuesta inestabilidad mental que las teorías higienistas asignaban a las mujeres no realizadas como madres y esposas; o Crisálida (Pedro Sáenz Sáenz, 1897), óleo en el que una niña púber se ofrece al espectador posando desnuda ante sus juguetes como una mujer, aludiendo al despertar sexual. Una obra clave de la muestra dada la perspectiva interseccional con la que es abordada en la serie audiovisual que la acompañó, “Arte incómodo”, es La esclava de Antonio María Fabrés y Costa (circa 1886). De acuerdo a la antropóloga Aída Bueno Sarduy, la misma condensa la insensibilidad de la representación masculina respecto de la esclavitud, que para 1886 llevaba décadas abolida en España, dada la complacencia y sexualización del cuerpo femenino que protagoniza la composición.

En la segunda parte, centrada en la labor de las mujeres artistas, destacan Los duques de San Fernando de Quiroga (Rosario Weiss, 1836), de extraordinaria calidad y por ello y la subsidiaridad histórica frente a sus colegas varones atribuida hasta tiempos recientes al pintor Rafael Tegeo; la Sagrada Familia del pajarito (copia de Murillo) (Isabel II, 1848), obra de la entonces reina de España con la que participó en la exposición celebrada en la Real Academia de San Fernando en 1848 con gran fortuna crítica; y Joaquina Serrano pintando en el estudio de Espalter (Joaquín Espalter, 1876), una de las escasas imágenes de la época que recogen la práctica artística femenina en el interior de un estudio, en compañía de Una charra (J. Serrano, 1876), precisamente la obra que Serrano se encuentra pintando en el cuadro anterior.

Invitadas generó debates y reacciones de parte de la comunidad de investigadoras, artistas e historiadoras del arte en España. Los principales cuestionamientos fueron expresados por dos organizaciones dedicadas a la investigación feminista y con perspectiva de género, Mujeres en las Artes Visuales (MAV) y la Red de Investigación en Arte y Feminismos (RIAF). El observatorio MAV dedicó un dossier completo con doce artículos que reunieron las opiniones de especialistas y académicas analizando exhaustivamente la exposición y el catálogo, con críticas al proyecto expositivo, su difusión e incluso el merchandising. Con todo, probablemente el hecho de mayor notoriedad en este sentido fue la revelación por parte de la historiadora del arte Concha Díaz Pascual de que el óleo Escena de familia atribuido a Concepción Mejía de Salvador, en realidad se trataba de La marcha del soldado (1895) del pintor Adolfo Sánchez Mejías. Su investigación fue publicada en el blog Cuaderno de Sofonisba apenas dos semanas después de la inauguración y reproducida en el dossier de MAV, y provocó el retiro de la obra de la exposición y la posterior rectificación y pedido de disculpas por parte de la institución organizadora.

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