Movimientos ambientalistas en el Reino Unido
Por Paula Serafini

La experiencia en el Reino Unido posibilita concebir un ambientalismo que recupere tradiciones e historias de lucha ambiental locales para contribuir a una democracia ambiental global y pluriversal. Global, por la posibilidad de incluir en las narrativas ambientalistas del norte temas y perspectivas desde el sur. Pluriversal, por la coexistencia de miradas, ontologías y mundos sin una perspectiva hegemónica o central.1
Este artículo ofrece una mirada del ambientalismo en el Reino Unido y sugiere posibles vías hacia un ambientalismo que contribuya a una democracia ambiental, global, y pluriversal. Se presenta al mayor representante del ambientalismo en el Reino Unido, el movimiento Extinction Rebellion para luego ofrecer una reflexión sobre las posibilidades de una perspectiva decolonial en el ambientalismo británico, tomando el caso del grupo de arte activismo BP or not BP?, y las instituciones culturales como lugares de enunciación. Por último, se propone la posibilidad de un ambientalismo que recupere historias de lucha ambiental locales para contribuir desde ese lugar a una democracia ambiental global y pluriversal.
- Ver Escobar, A. (2018). Designs for the Pluriverse. Durham, NC: Duke University Press.
Los movimientos ambientalistas en el Reino Unido
Hoy en día, la cara más visible del ambientalismo en el Reino Unido es Extinction Rebellion (XR), un grupo que surgió en el 2018 en este país, pero que rápidamente se convirtió en un fenómeno global. En las palabras de sus organizadores/as, XR es un “movimiento que utiliza la desobediencia civil no-violenta con el fin de frenar la extinción masiva y minimizar el riesgo de colapso social.2” El movimiento supo hacerse un lugar en los medios gracias a sus tácticas disruptivas, como han sido el corte de calles, encadenarse e incluso adherirse a edificios públicos, y bloquear el transporte público.
Mientras por un lado XR ha sido altamente exitoso en instaurar la crisis climática en el debate público, el movimiento ha recibido críticas severas con respecto a su posicionamiento político. Su estrategia inicial, basada en movilizar la mayor cantidad de gente posible, asumía que para lograr este objetivo era necesario no tomar una postura política ni de izquierda ni de derecha. Efectivamente, el movimiento sostenía la postura de que la cuestión climática está “más allá de la política”. Asimismo, XR insistía en mantener buenos lazos con la policía, al punto de enunciar mensajes de afecto y apoyo hacia la misma. Por último, el movimiento asumía la postura de que “estamos todes en el mismo bote”, minimizando de esta manera las diferencias entre países y regiones en cuanto a responsabilidades y a efectos de la crisis climática. Esto generó respuestas desde los movimientos ambientalistas británicos de base, incluyendo varios que venían organizándose mucho antes de que XR existiera. Fue notable, por ejemplo, la carta abierta a Extinction Rebellion publicada en la revista Red Pepper en mayo de 2019, coordinada por The Wretched of the Earth -una agrupación compuesta de activistas provenientes de la diáspora del sur global- y firmada por decenas de asociaciones. Reconociendo que XR logró poner la cuestión ambiental en el centro del debate público, la carta llamó a un ambientalismo con una fuerte perspectiva global, decolonial, y de justicia social, haciendo hincapié sobre las raíces coloniales de la crisis ambiental y recalcando que un ambientalismo justo debe ser interseccional en su abordaje. La circulación y popularidad de la carta dejó en evidencia que un movimiento ambiental masivo que no denuncia dinámicas opresivas e ignora las raíces del cambio climático no es conducente al tipo de transformación social radical que se necesita para abordar la crisis socioambiental. Vale recalcar que en los años siguientes a la carta, se ha visto avances en algunos de estos aspectos en el activismo de XR.
- About Us – Extinction Rebellion UK
Abrir espacios decoloniales
Muchas de las críticas a XR surgieron desde una perspectiva decolonial por parte de activistas de la diáspora del sur global. Esto nos conduce a preguntarnos: ¿Es posible un ambientalismo decolonial en el Reino Unido?
En líneas generales, se observan algunas marcadas diferencias entre los movimientos ambientalistas del sur y del norte. Estas diferencias se deben no sólo a razones históricas y geopolíticas, sino también a diferencias en la forma de entender la naturaleza y nuestro rol en ella.3 Las luchas ambientalistas latinoamericanas, por ejemplo, suelen ser decoloniales, en que proponen deconstruir la visión de la naturaleza como recurso, instaurada a través de la colonización del continente. Este llamado, que han mantenido pueblos originarios a lo largo de Abya Yala por siglos, es ahora amplificado por movimientos ambientalistas de distinta composición, desde el movimiento en contra de la minería y el extractivismo en Andalgalá, Argentina, hasta Yasunidos, en Ecuador.
Estos movimientos denuncian al extractivismo como una matriz del colonialismo en el continente, y exponen la continuación de una lógica extractivista de despojo en el actual paradigma de desarrollo. La postura decolonial también se encuentra en luchas de carácter nacional y regional contra el neocolonialismo corporativo y el rol de organizaciones multilaterales como el Fondo Monetario Internacional. Las luchas por la soberanía nacional sobre los “recursos” naturales y las políticas económicas -las cuales siempre impactan en lo socioambiental- apuntan a las dinámicas neocoloniales e imperialistas de las economías centrales, a la actitud coercitiva de las organizaciones multilaterales, y al despojo y la violencia perpetrados por empresas extranjeras -muchas veces apoyadas en su violencia por los mismos estados nacionales-. Pero la expresión más evidente de la postura decolonial viene de los pueblos originarios que defienden sus territorios en lucha hoy en día. El avance de la frontera extractiva significa para estos actores no solo la destrucción de los ecosistemas y el declive de las economías regionales, sino también una amenaza directa a su autodeterminación, y una violenta interrupción de su manera de habitar el territorio y coexistir con otras entidades de acuerdo a sus cosmovisiones.
Es importante que en países como el Reino Unido haya una mejor comprensión y apoyo a las luchas ambientalistas decoloniales del sur global, ya que esto es esencial para que se respeten las demandas de las comunidades en la primera línea de los conflictos. Es imperativo insertar en las narrativas ambientalistas del norte la cuestión del extractivismo y su carácter neocolonial como un aspecto urgente de la crisis ecológica, y como una alerta ante las falsas soluciones del capitalismo verde: una transición energética sin transformación de la producción y el consumo equivale a una continuación de los extractivismos en el sur, con una expansión hacia nuevas fronteras, como es la minería de litio.
En los últimos años, ha habido ejemplos de grupos ambientalistas británicos que han adoptado una postura decolonial en su militancia. Un ejemplo de ello es el grupo de teatro activista BP or not BP?, quienes ponen en escena acciones performáticas en instituciones artísticas como protesta contra el patrocinio de las empresas petroleras Shell y BP (The British Petroleum Company). La mayoría de las acciones del grupo a lo largo de los últimos años ha sido en el Museo Británico, el cual finalmente finalizó su acuerdo de patrocinio con BP en el 2023 después de 27 años. El Museo Británico ofrece un escenario muy particular para movilizarse en contra de BP, ya que representa la cara cultural del saqueo colonial. Por esta razón, BP or not BP? ha colaborado en varias ocasiones con distintas organizaciones que reclaman la repatriación de objetos, y con comunidades en países donde BP opera actualmente, construyendo así una práctica artística-política interseccional y con una política decolonial. De hecho, muchas de sus acciones se enfocan en las tácticas neocoloniales de la compañía hoy en día, como son sus operaciones en Iraq4, y la forma en la que utiliza el patrocinio de exhibiciones sobre ciertas culturas y países como un vehículo de diplomacia cultural para legitimar sus prácticas y avanzar sus intereses comerciales.5
Este tipo de acciones tiene un rol importante en exponer las formas en que distintos actores gubernamentales y corporativos se relacionan en la reproducción de relaciones neocoloniales y extractivistas. La elección de un sitio como el Museo Británico, símbolo del imperialismo, permite que grupos locales puedan exponer las prácticas de compañías petroleras británicas en el resto del mundo interpelándolas en su lugar de origen en vez de los lugares donde operan.

- A estas diferencias se suman diferencias dentro del norte y del sur, incluyendo características regionales.
- Una de las acciones de BP or not BP? en 2019 resaltó la manera en la que BP se benefició de la guerra de Iraq para reiniciar sus operaciones en ese país, y cómo sus operaciones han afectado negativamente a la población local. Ver por ejemplo BP in oil field where ‘cancer is rife’ – BBC News y BP extracted Iraqi oil worth £15bn after British invasion.
- Ver Serafini, Paula y Garrard, Chris (2019) Fossil Fuel Sponsorship and the Contested Museum: Agency, Accountability and Arts Activism. In Museum Activism. Robert R. Janes and Richard Sandell (eds) London: Routledge. Pp 69-79.
Construir ambientalismos situados para una democracia ambiental global y pluriversal
Por último, otra perspectiva del ambientalismo en el Reino Unido a considerar es la perspectiva histórica. Considero que es productivo que los movimientos ambientalistas, y los individuos en general, puedan tomar elementos de las tradiciones y marcos locales del lugar que habitan para la construcción y/o territorialización de sus imaginarios ambientalistas. A tal fin es importante preguntar: ¿Qué hubo antes en este territorio? ¿De qué tradiciones culturales, políticas, espirituales podemos aprender?
Si nos sumergimos en la historia política y ambiental del Reino Unido, podemos rescatar por ejemplo a los Diggers o ‘Cavadores’, un grupo de disidentes religiosos y políticos en la Inglaterra del siglo diecisiete, conocidos por su oposición al cercamiento de los campos comunes o ‘commons’. En abril de 1649, los Diggers ocuparon una tierra común en la colina Saint George en Surrey y comenzaron a sembrar vegetales, lo que se conocería luego como su acto fundacional. Según el principal teórico del grupo, Gerard Winstanley, los comunes eran un derecho fundamental inglés que había sido arrebatado del pueblo por medio del proceso de privatización de la tierra. Mientras por un lado predicaban un tipo de puritanismo cristiano, al mismo tiempo adherían a lo que podría entenderse como un socialismo agrario basado en ideas igualitarias. Asimismo, podemos identificar una conciencia ambiental en la manera en la que conectaban la explotación humana con la de la tierra, lo cual hace que sus ideas permanezcan relevantes hasta el día de hoy.6
Más recientemente, podemos observar en la década de 1980 la emergencia de los acampamentos de mujeres por la paz en Greenham Common en Berkshire, Inglaterra, establecidos para protestar por el proyecto de almacenamiento de misiles nucleares norteamericanos en este sitio. Los acampamentos, que duraron hasta el año 2000, son un ejemplo de práctica ecofeminista con un origen distinto a los ecofeminismos del sur global, y del cual se pueden rescatar grandes lecciones para los ambientalismos contemporáneos en el Reino Unido, particularmente en términos de sus tácticas de protesta creativa, desde fanzines a instalaciones y performance, y en el devenir público y político de actos de reproducción social abordados de manera colectiva.7 En estos acampamentos se puso en relieve una lógica de la política y de la vida completamente basada en el cuidado y opuesta a lo que representaban los misiles a los cuales se enfrentaban. El legado de Greenham Common ha sido retomado este mismo año. por una exhibición de arte Ecofeminista en el centro cultural Barbican.8
- Ver Ed Simon (2019) The English Diggers, the “Commons,” and the Green New Deal, History News Network, https://historynewsnetwork.org/article/171387
- Ver Alona Pardo (2023) Reweaving the Web of Womanist Ecopolitics, Re/Sisters. London: Barbican/Prestel.
- Ver https://www.barbican.org.uk/ReSisters?utm_campaign=CCOAG300823_ReSisters&utm_source=google&utm_medium=search&utm_content=search&gclid=Cj0KCQiAsburBhCIARIsAExmsu5Rd9_HQwOiRqFnHiYJX-1XzAt0NzyXIK_Z8-aNDt1huEi__xrA-lwaAsaREALw_wcB
Conclusión
El movimiento ambientalista XR se posicionó a nivel global como la nueva cara del ambientalismo, pero recibió duras críticas por su falta de perspectiva global y de justicia social. Los ejemplos presentados en este artículo demuestran que hay múltiples vías para el desarrollo de ambientalismos en el Reino Unido que respondan a esas críticas, ya sea desarrollando una crítica decolonial de las petroleras británicas, o retomando aspectos de la historia ambiental radical local. Tales abordajes no son mutuamente excluyentes, y pueden contribuir, de distintas maneras, a la construcción de una democracia global de carácter pluriversal.
CRÉDITOS
Paula Serafini Directora del Programa de Máster en Industrias Creativas y Organización de las Artes Queen Mary University of London, profesora de Industrias Creativas y Culturales y responsable del Proyecto de Educación Inclusiva. Licenciada en Historia del Arte y Gestión de las Artes (Universidad del Salvador, Argentina), Magister en Antropología y Política Cultural (Goldsmiths) y un doctorada en Análisis Social y Cultural (King’s College London).