Mapa Interactivo Lugares de memoria relacionados
con graves violaciones a los derechos humanos

Archivo de la Memoria Trans

Archivo
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Tema: Violencia contra las mujeres, diversidades sexuales y/o por razones de género

Dirección

https://archivotrans.ar/index.php (virtual)

País

Argentina

Ciudad

Continente

América

Tema: Violencia contra las mujeres, diversidades sexuales y/o por razones de género

Objeto de memoria

Proteger, construir y reivindicar la memoria y la historia reciente de la comunidad trans argentina mediante la recuperación y protección de su acervo documental.


Nombre conocido

Archivo de la Memoria Trans

Acceso al público

Libre


Descripción del lugar

El Archivo de la Memoria Trans (AMT) es un proyecto colaborativo e independiente y gestionado por personas travestis y trans de Argentina que reúne imágenes y relatos sobre la historia reciente de las comunidad trans de Argentina. El mismo se materializa a través de una plataforma digital, un fotolibro y algunas exposiciones. 

Actualmente el archivo comprende un acervo de más de 15.000 piezas entre las cuales hay fotografías analógicas digitalizadas, fotografías digitales, videos, recortes periodísticos, correspondencia, diarios personales, documentos -documentos nacionales de identidad, pasaportes, legajos policiales-, ropa, objetos y testimonios de personas trans que datan de principios del siglo XX a fines de la década de 1990. La pieza archivística más antigua está datada en 1936. 

La plataforma que aloja virtualmente el archivo se conecta a las redes sociales del proyecto y se divide en siete secciones: Acerca, Catálogo, Videos, Actividades, Wikitrans, Publicaciones y Prensa. 

Gran parte de este archivo se materializó en un libro de más de 300 páginas con un formato de álbum familiar que incluye fotos, postales, documentos y recortes que recopilan momentos alegres, recuerdos íntimos y celebraciones en familia. El libro curado y narrado por las propias protagonistas fue editado por Chaco Editorial. 

Además el ATM fue expuesto en varios países y en espacios como el Centro Cultural Haroldo Conti en Buenos Aires, el Museo Reina Sofía de Madrid y la plataforma virtual de la Galería Tate Modern de Londres.

Entre los años 1960 y finales de 1990 se ha ejercido una violencia sostenida sobre la comunidad travesti trans de Argentina. En este marco, la última dictadura cívico militar eclesiástica argentina fue un periodo de exacerbación de esta violencia donde se buscó asentar un modelo de familia y una supuesta/alegada moral “occidental y cristiana” de carácter patriarcal. Durante la dictadura, lugares como el Pozo de Banfield, un centro clandestino de detención, secuestro y tortura de la Brigada de Seguridad, Investigaciones e Inteligencia de la Policía Provincial de Buenos Aires, actuaron como un correctivo especial para las disidencias sexuales. 

Las disidencias sexuales víctimas del terrorismo de Estado fueron históricamente invisibilizadas y se estima que por un pedido de la comunidad católica en las investigaciones realizadas por la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas se excluyeron alrededor de 400 legajos catalogados bajo la categoría “depravados y sodomitas”. Sumado a esto, el recuento de las víctimas trans se complejiza porque muchas no fueron buscadas por sus familiares, fueron ingresadas con una identidad distinta a la autopercibida y/o catalogadas como NN. 

Recién en 2018 el gobierno de Santa Fe reconoció a 19 mujeres trans y travestis como presas políticas por su identidad de género y víctimas de la última dictadura, y permitieron su acceso a la reparación histórica a través de la ley provincial 13.298, medida que busca ser ampliada al resto de las víctimas.

En Argentina, los edictos policiales que dictaminaban la ilegalidad de las personas trans y permitían apresarlas y cobrarles una multa simplemente por transitar la calle estuvieron vigentes hasta el año 2000. En la dictadura, un artículo relativo a vestir prendas contrarias al género y en democracia hasta el año 2000 un artículo que aludía al escándalo público e incitación al acto carnal funcionaron como marco normativo para justificar los abusos y la persecución policial de identidades trans. Formar parte de la comunidad de mujeres trans era sinónimo de vivir en la clandestinidad, ser perseguida, criminalizada, discriminada, segregada, violentada de forma física y/o simbólica recurrente y cotidianamente. Los métodos de la policía eran violentos y la calle era un lugar de encuentro y de trabajo peligroso. La Autopista Panamericana, lugar donde muchas personas travestis/trans ejercían la prostitución, era un lugar de persecución policial y asesinato. La visibilidad de la comunidad no era posible ya que las personas trans eran denunciadas y la estrategia era sobrevivir oculta “sin salir del closet” (frase que se utilizaba para referir a las personas trans que debían ocultarse por la discriminación social y violencia que sufrían en el ámbito público). Este contexto forzó el exilio masivo de muchas personas trans entre 1970 y 1990. De hecho, el carnaval y el exilio en esta etapa fueron espacios de encuentro de la comunidad trans ya que eran posibilidades de expresar su identidad y transitar en público sin ser reprimidas. 

A partir de 1990 una serie de marcos normativos y políticas de derechos impulsadas por distintas organizaciones sociales del colectivo LGTB+ comienza a cambiar la situación de la comunidad trans y muchas exiliadas emprenden el regreso al país.

En la década de 1990 se sientan los primeros precedentes de casos de personas trans que solicitan su cambio de nombre y sexo ante la justicia. El 24 de mayo de 2012 se promulga la Ley de Identidad de Género de Argentina (ley 26.743) que permitió la despatologización y desestigmatización de las identidades trans que hasta ese entonces eran diagnosticadas de “trastorno de identidad sexual o disforia de género”. Esta ley permitió que las personas sean tratadas, modifiquen sus datos en sus documentos personales y sean atendidas por los sistemas de salud para adecuar su cuerpo a la identidad autopercibida mediante terapias hormonales o intervenciones quirúrgicas. A partir del 2000 las personas trans dejan de ser consideradas ilegales y desde el 2003 comienzan a presentarse propuestas para garantizar su derecho a la identidad y a la atención integral de la salud terminando con los tratamientos judicializantes, criminalizantes y patologizantes con los que eran tratadas.

En el año 2018 el crimen que causó la muerte de Diana Sacayán fue el primero en ser catalogado como un crimen de odio a la identidad de género y travesticidio. Diana era una activista trans que luchó por la inclusión del colectivo transgénero, creó el Movimiento Antidiscriminatorio de Liberación e impulsó el proyecto de la ley de cupo trans en la provincia de Buenos Aires. En el año 2015 fue encontrada muerta apuñalada con 27 lesiones y signos de tortura. Seis años más tarde, en el año 2021 se sancionó la Ley de Cupo e Inclusión Laboral Travesti Trans “Diana Sacayán-Lohana Berkins” que estableció la reserva de un mínimo del 1% de los cargos y vacantes del sector público nacional para personas travestis, transexuales y transgénero que reunan las condiciones de idoneidad.

A pesar de estos avances, la comunidad travesti-trans aún sufre actos discriminatorios, violencias físicas, verbales, económicas, sociales e institucionales y también altas tasas de travesticidios y crímenes de odio. La violencia, marginación y pobreza vulnera estructuralmente sus derechos y no se les garantiza una buena atención médica, acceso a la vivienda, educación ni inserción laboral, lo cual resulta en un promedio de expectativa de vida de 35 a 40 años. Desde estas condiciones, por haber sobrevivido a la dictadura y también a la violencia institucional y la marginación estructural en los años de democracia muchas personas trans se definen como “sobrevivientes”.

El archivo trans de la memoria (ATM) comienza como una iniciativa personal de Claudia Pía Baudracco, quien a lo largo de su vida fue retratando y coleccionando fotografías de sus compañeras. Tanto Baudracco como María Belén Correa, ambas activistas trans argentinas y fundadoras en 1993 de la Asociación Travesti Argentina (hoy Asociación Travestis Transexuales Transgéneros Argentinas), deseaban tener un espacio de reunión para las sobrevivientes a la etapa de persecución de la comunidad trans y los recuerdos de las que ya no están. 

Al morir Baudracco en marzo del 2012, unos meses antes de la promulgación de la Ley de la Identidad de Género, Correa desde su exilio en Estados Unidos recibió sus cenizas con la colección y creó un grupo de Facebook para localizar a las personas trans de todo el mundo que sobrevivieron a la etapa de persecución en Argentina. Dentro de este grupo, al cual se accede por invitación, comenzaron a circular imágenes, relatos y se generaron encuentros virtuales entre amigas trans que se habían perdido el rastro. A lo largo de dos años esta comunidad trans virtual dispersa en todo el mundo se reunió y comenzó a construir su memoria colectiva compartiendo fotografías, historias, anécdotas, testimonios, cartas, crónicas policiales y documentos. En 2014 la fotógrafa Cecilia Estalles comenzó a colaborar recopilando y preservando digitalmente este archivo.

Actualmente el ATM es una construcción cooperativa de mujeres trans, artistas, activistas, periodistas, investigadores y conservadores. Reciente y lentamente se empezaron a incorporar también archivos y testimonios de trans masculinidades y personas no binarias. 

La historia de la comunidad travesti trans ha sido contada desde un discurso cis y objetivante por la psiquiatría, la morgue y la policía. El ATM propone que sean las propias personas trans quienes relaten la historia de su comunidad recopilando el acervo documental de las historias de vida de las personas trans, un acervo compuesto por fotos y relatos también realizados por personas trans.

El archivo se nutre de “acervos” donados por personas trans. Cada acervo es un conjunto de materiales documentales -objetos, cartas, fotos, legajos policiales- de una misma persona que abarca toda su cronología vital: infancia, adolescencia, etapa escolar, transición y actualidad. El donante se contacta con el ATM y el equipo se encarga de buscarlo y/o recibirlo, digitalizarlo, devolverlo a su propietaria y catalogarlo. Este material puede tener cualquier formato: VHS, fotos analógicas o digitales, tarjetas, postales, cartas.

A través de esta labor que realiza el ATM, la colección de Baudracco, inicialmente conservada en una caja, ha devenido hoy en un acervo de más de 15.000 documentos alojados en una plataforma digital. La catalogación del material evidencia el hilo conductor y los eventos comunes que atraviesan las personas trans a lo largo de su vida: la infancia, la transición, el activismo, la lucha, las detenciones, el exilio, las amistades que se convierten en familia, la libertad que habilita el carnaval, las fiestas, las vacaciones con compañeras, el mundo escénico, las profesiones y oficios alcanzados, los derechos adquiridos. Desde estos criterios curatoriales el archivo trans construye una memoria de las violaciones de derechos que sufrió la comunidad y también una memoria de sus celebraciones y momentos de alegría.

Al mismo tiempo, este ensamble de recuerdos dispersos con historias que se repiten van configurando un grupo, una comunidad. El ATM se percibe como una familia unida por la resistencia a la violencia institucional que mediante el ejercicio de la memoria íntima y subjetiva construye su memoria colectiva. Para sus integrantes el archivo dispara una reunión familiar que se abre a la comunidad para completar el álbum de fotos familiar recuperando algunas de sus piezas faltantes. Esta idea de familia se ve reforzada por los fuertes vínculos que forman las personas trans entre sí tras sufrir la expulsión de sus familias, del ámbito educativo y la discriminación constante de la sociedad.

En términos de las integrantes del ATM, recuperar documentos que fueron silenciados por muchas de sus familias y ocultos por las memorias oficiales rompe los sentidos unívocos que imprimen las estructuras de poder a la historia de una humanidad culturalmente diversa. El ATM se percibe como un constructor de memoria y un legado al mismo tiempo. Se propone como un documento vivo en constante expansión y una plataforma de investigación atravesada por el lenguaje fotográfico que recupera y articula documentos históricos invisibilizados para promover la acción visual y política. De hecho, actualmente sus integrantes exigen una ley integral trans que permita la reparación de las supervivientes mayores de 40 años.