Encontrar los mejores factores para cerrar las brechas de las desigualdades, es un tema central en la agenda internacional de derechos humanos y está basada en su marco normativo desde la adopción de la Declaración Universal de Derechos Humanos, documento fundacional de la Organización de las Naciones Unidas (1948).
En el artículo 1 de dicha Declaración se establece que “todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos”. Correlativamente en el artículo 2 se señala que “toda persona tiene todos los derechos y libertades proclamados en esta Declaración, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición”.
Estas premisas son el punto de partida de muchos otros instrumentos adoptados con posterioridad por los países miembros de Naciones Unidas, donde los principios de igualdad y no discriminación contenidos en la Declaración Universal de Derechos Humanos se reafirman.
Pero muchas veces en la práctica, esa “igualdad” carece de acciones concretas. En el caso del continente africano, y principalmente en los países de África Subsahariana, el derecho a la salud materno infantil ha ido creciendo en cobertura y asistencia en las últimas décadas, sin embargo, todavía afronta un reto muy grave y difícil de cubrir en su totalidad.
Prácticamente, la mayoría de los sistemas de salud de los países africanos son pagos y para personas que tiene posibilidades económicas. Paradójicamente la población de menos recursos y vulnerable es la clase mayoritaria en estos países.
Según estimaciones publicadas por las Organización Mundial de la Salud (OMS) en 2020, el riesgo de muerte es sustancialmente mayor para las mujeres y niños del África subsahariana que para los del resto de regiones, debido es muy difícil acceder a coberturas de salud adecuadas.
Datos alarmantes describen la grave situación que afrontas las mujeres al estar embarazadas o al dar a luz a lo que también se suma la alta tasa de mortalidad infantil en los primeros meses y años de vida. Según el mismo informe, 1 de cada 13 niños del África subsahariana murió antes de cumplir 5 años: este riesgo es 15 veces mayor que el que corre un niño en Europa, donde solo 1 de cada 196 niños muere antes de los 5 años. Las mujeres del África subsahariana corren a lo largo de la vida un riesgo de morir durante el embarazo o el parto de 1 entre 37.
A esta realidad se le suma los últimos datos del Fondo de Población de las Naciones Unidas que subraya que el crecimiento de la población del planeta indica que el número de madres adolescentes también se incrementará para 2030, debido sobre todo a la explosión demográfica en África. Actualmente en la región subsahariana de cada 1000 embarazos, 200 se dan en mujeres jóvenes de entre 15 a 18 años.
El África subsahariana y Asia meridional representan alrededor del 80% de las muertes maternas e infantiles del mundo, y es por eso que es hora de agrupar esfuerzos para cambiar estas realidades. Existen factores que se deben tener en cuenta, como comunidad globalizada, para revertir estas problemáticas y que guarda relación directa con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
Reafirmar y promover la voluntad de mejorar el acceso a una atención sanitaria de calidad, con financiamiento y programas preventivos, invirtiendo en el personal sanitario, introduciendo la asistencia gratuita para las embarazadas y los niños y apoyando la planificación familiar, debería ser el primer paso.
Pero existe una realidad paralela, que revela lo difícil que se le hace a esta región en conseguir este ideal. Otros datos indican estos tres factores de África Subsahariana:
- Soporta el 24% de la carga mundial de enfermedad
- Dispone solo del 3% de los trabajadores capacitados del total que necesita
- Cuenta tan solo con el 1% de la financiación mundial
Año tras año, los organismos internacionales (ONU, OMS, UNICEF, UNESCO…) ahondan esfuerzos y realizan programas integrales de ayuda humanitaria, aporte profesional de calidad, programas preventivos, capacitación sanitaria y financiamiento, pero aun así solo se cubre un breve porcentaje de las necesidades básicas.
Es imprescindible y de suma urgencia que atendamos las metas de la Agenda 2030 establecida por Naciones Unidas y trabajemos conjuntamente siempre en pos de que más nos necesita. Es cierto que muchas regiones africanas deben resolver sus asuntos internos ellos mismos como naciones soberanas, pero como naciones cooperativas y de recursos es nuestro deber reforzar los lazos de hermandad, solidaridad y compromiso. Solo así ayudaremos a la ampliación de derechos y acortaremos la brecha de las desigualdades.
Fuentes: ONU| OMS