Cada 30 de agosto, se conmemora el Día Internacional de las Víctimas de Desapariciones Forzadas. Esta fecha ha sido declarada por la Naciones Unidas para recordar a las personas que han sido detenidas, ocultadas y reportadas desaparecidas en el mundo.

El conjunto de Estados que integran este organismo internacional, entiende por desaparición forzada el arresto, detención, secuestro o cualquier otra forma de privación de la libertad por parte de agentes del Estado o por personas que actúan con la autorización o el apoyo de éste. Cuando las autoridades se niegan a reconocer la privación de libertad u ocultan la suerte o el paradero de una persona desaparecida, esto consiste en un delito, ya que se la aparta de la protección de la ley.

Se considera desaparición forzada cuando están presentes los siguientes tres componentes: privación de libertad contra la voluntad de la persona interesada, participación de agentes gubernamentales y la negativa a revelar la suerte o el paradero de la persona interesada.
En la historia contemporánea de América Latina, durante los años 70 y 80, entre los métodos represivos de las distintas dictaduras cívico militares de la región, este delito era uno de los más comunes con el objetivo de infundir miedo y terror a la población.

Argentina lleva en su memoria a los 30 mil desaparecidos que han tenido que padecer este método opresor. Nuestras Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, han sabido mantener su lucha y han sido las pioneras en la lucha de los derechos humanos y de las libertades de la democracia en el país.

En la actualidad, en el país, continúan llevándose adelante juicios por crímenes de lesa humanidad cometidos en la dictadura y es lamentable saber que las prácticas de desaparición forzosa se siguen cobrando víctimas en diferentes naciones.

Vivamos este día recordando quienes cuyo actuaron con compromiso por consolidar las acciones necesarias para que Nunca Más suceda. Reivindiquemos nuestros derechos y alcemos la voz contra este delito.