El deporte no conoce de diferencias sociales o raciales. En una práctica deportiva las diferencias se dejan de lado y el rendimiento se basa en alcanzar la meta sin distraimientos mezquinos.
La actividad deportiva contribuye cada vez más a hacer realidad el desarrollo y la paz promoviendo la tolerancia y el respeto. Respalda, también, el empoderamiento de las mujeres y de las juventudes, de las personas con discapacidad y de todos los colectivos, así como los objetivos en materia de salud, educación e inclusión social.
Por lo anterior, Naciones Unidas proclamaron, en 2013, el 6 de abril Día Internacional del Deporte para el Desarrollo y la Paz con el objetivo de concienciar acerca del papel que el deporte puede desempeñar en la promoción de los derechos humanos y el desarrollo económico y social de las comunidades.
Se entiende al deporte como un motor propulsor que interrelaciona la sostenibilidad, la salud, el medio ambiente y las relaciones interpersonales. En síntesis, el deporte tiene el poder de cambiar el mundo; es un derecho fundamental y una poderosa herramienta para fortalecer los lazos sociales y promover el desarrollo sostenible y la paz, así como la solidaridad y el respeto hacia las personas.