A partir de 2002, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) estableció el 12 de junio como el Día Mundial contra el Trabajo Infantil y su conmemoración tiene como objetivo sensibilizar y comprometer a los Estados a desarrollar acciones que aboguen por su prevención y erradicación.

El trabajo infantil es un problema social complejo condicionado por factores económicos, políticos, sociales y culturales. Se presenta de diversas maneras y en diferentes ámbitos, vulnerando derechos e impidiendo que el acceso a la educación continua y permanente durante la niñez pueda hacerse efectiva en plenitud.

La sociedad y los gobiernos deben trabajar para que niñas y niños tengan derecho a la educación y para que no deban trabajar para sobrevivir, El objetivo al que se debe apuntar es que se concrete una educación de calidad para infantes y un trabajo decente para los adultos.

Estimaciones de Naciones Unidas señalan que, aunque en las dos últimas décadas se ha avanzado mucho en cuanto a la reducción del trabajo infantil, los progresos han sido más lentos con el tiempo e incluso se estancaron durante el periodo 2016-2020. A día de hoy, 160 millones de menores están en situación de trabajo infantil, lo que representaba 1 de cada 10 niños en todo el mundo. Algunos de ellos con tan solo 5 años de edad.

África ocupa el primer lugar entre las regiones, tanto por porcentaje de niños y niñas en trabajo infantil (un quinta parte) como el número absoluto en esa situación: 72 millones. Asia y el Pacífico ocupan el segundo lugar con un siete por ciento y 62 millones en términos absolutos.

Como parte del proceso iniciado para revertir este problema, la conmemoración de este día permita afianzar la certeza de que en un futuro no muy lejano desaparezca el trabajo infantil. Niños y niños tienen derecho a salud, educación y protección.