El odio e incitadores de violencias por cuestiones de creencias no conocen fronteras. Son numerosos y lamentables los atentados cometidos en el mundo por ser o pertenecer a una fe o religión distinta o minoritaria que la de la mayoría.

El amparo en los derechos humanos son las únicas herramientas que conocemos para no permitir que estos actos atroces se lleven a cabo y para condenar a quienes los ejecutan.

La libertad religiosa es un derecho universal, tanto personal como comunitario, en la mayoría de los países en el mundo, pero existen también excepciones. Por tal razón Naciones Unidas decidió designar el 22 de agosto como el Día Internacional en Conmemoración de las Víctimas de Actos de Violencia Basados en la Religión o la Creencia bajo la Resolución A/RES/73/296.

El objetivo de conmemoración es visibilizar esta problemática a escala mundial, reforzar todo tipo de ayuda a las víctimas y familiares de estos actos de violencia y brindar apoyo y asistencia adecuados de acuerdo con la ley aplicable.

Se pretende, a su vez, que cada uno de los Estados fortalezcan la responsabilidad primordial de promover y proteger los derechos humanos, incluidos aquellos pertenecientes a las minorías religiosas y su derecho a ejercer su religión o creencia libremente.